RENOVARSE O MORIR

¿Cuántas veces hemos oído esta frase? Y ciertamente es así.
Como seres humanos tenemos la necesidad de cambio, de romper con la rutina y la monotonía; tanto en nuestra vida personal como profesional. Y aquí hablaremos del tema profesional que es realmente lo que nos interesa (el cotilleo le dejaremos estar, o no, ya veremos…).

Cuando hace años que un negocio funciona y va bien, casi nadie se para a pensar en hacer un cambio “estético” ya que ahora no toca hacer este gasto. Y es que pasan los días y nunca es el momento. Y creo que es un pensamiento erróneo decirle gasto cuando lo que deberíamos es inversión. Invertimos en nuestro negocio porque un cambio estético atrae a nuevos clientes y les traslada el hecho de que no estamos estancados.
Hoy haré referencia a las tiendas de alimentación, pero puede aplicarse a cualquier comercio, oficina, almacén…
Hacer un cambio de estanterías en una tienda de alimentación quizá sea lo que más cuesta, porque al final el tipo de estantería no deja de ser el mismo, son lo que llamamos estanterías de “línea blanca”, aunque de hace unos años ninguna aquí se está apostando por ponerlas en otros colores.

¡Después de unos años ya es hora de cambiar las estanterías!! Lávamos la cara a nuestro establecimiento. Una mano de pintura, estanterías nuevas, y un toque especial o característico en el mueble del pan, o en la zona del mostrador, o el mueble de los licores, o la góndola central de la fruta y la verdura…
Si como hemos dicho antes las estanterías son las que son, hacemos algún mueble o zona de la tienda que destaque y sea más atractiva.
También debemos tener en cuenta la organización y el orden. Una tienda debe estar con los pasillos limpios, sin cajas y garrafas de agua en el suelo. Los estantes deben estar llenos, sin espacios vacíos; pero tampoco deben estar hacinados y poner los productos uno encima del otro. Debemos encontrar el equilibrio para que sea agradable a la vista.

Otro punto importante a tener en cuenta son los expositores que regalan las marcas con su producto. La gran ventaja es que es un regalo, tiene la imagen y los colores corporativos de la marca y el producto queda expuesto. Pero, ¿qué ocurre cuando tenemos más expositores de la cuenta? Pues que la sensación que le da al cliente es de caos y desorden.

Así que cuidemos a los expositores que ponemos en la tienda, e intentamos colocarlos con un poco de gracia, que no parezca que lo tiramos al aire y allí donde caiga…
Para terminar quiero compartir las sensaciones de nuestros clientes, (que nos hace sentir muy contentos y felices, y disfrutamos de la satisfacción del trabajo bien hecho), y es que sus ventas han aumentado después de la reforma, y algunos que pensaban que había demasiadas estanterías, que no podrían llenarlas todas, les acaba faltando espacio… Eso sí, siempre desde la perspectiva de hacer las cosas con los pies en el suelo y sin querer estirar más el brazo que la manga.

Quisiera dar unas gracias infinitas a nuestros clientes, y deciros que: ¡¡Renovarse o morir!!

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